«Primero nació la alta costura y luego, llegaron los diseñadores de moda. Algunos de ellos han desempeñado un papel fundamental en la transformación de toda una época. Muchos vienen del Japón, otros no, como es el caso de Martin Margiela, el protagonista de la transfiguración. París hoy rinde un gran homenaje a Martin Margiela con dos exposiciones en los dos museos de la moda de la capital francesa.»
Martin Margiela, belga de nacimiento, sale diploma en mano de la real academia de Amberes. Tras trabajar varios años con Jean Paul Gaultier, Margiela decide enseguida lanzar su propia marca, una marca que se impone rápidamente con un universo de referencia muy particular, una marca donde aparece un hombre sin aparecer, un hombre invisible que no se muestra en foto, que no saluda al final del desfile y que cose las etiquetas sin nombre con cuatro hilos blancos.
Sin embargo, este personaje atípico no ha cesado de trabajar para hacer evolucionar la moda de su tiempo, revisitando los patrones del pasado y dándoles un aire moderno. Los antiguos modelos son descosidos y cosidos de nuevo, como si fueran reinventados. Sus obras maestras, entre otras muchas, son los prodigiosos jerséis hechos con calcetines de stock fin de serie del ejército, los vestidos de Barbie de talla humana o los trajes de teatro transfigurados…
Margiela no sólo puso de moda el oversize y la talla 76 (tendencia que recomienda llevar todo grande y cuya onda de choque llega hasta hoy en día) pero también la recuperación, el reciclaje o más bien el superciclaje que da a la prenda reciclada un mayor prestigio, una nueva nobleza por arte de magia.
Trampantojo, reconstrucción, terminado sin terminar… son el nombre y apellido de sus colecciones de blanco vestidas y de blanco pintadas donde cajas, bolsas y embalajes, todo, se cubre de cal. Los zapatos a veces son como los tabis de los japoneses, con el pulgar separado.
El mito Margiela se ha construido también gracias a los desfiles atípicos organizados en lugares como garajes, solares abandonados o en incluso en un tren…donde el staff se pasea en batín blanco y copa de vino. Los maniquíes juegan la carta del anonimato y desfilan con la cara tapada, con una máscara, con una peluca o con unas gafas.
Martin Margiela coquetea con la alta costura, los modelos de sus colecciones artesanas muestran orgullosos el número de horas de trabajo.
Tras 20 años de moda y de desfiles, Martin Margiela hace la última reverencia y se va en busca de nuevas aventuras.